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Introducción
El cuidado de la boca es a menudo una prioridad secundaria, sin embargo, es crucial
entender que una enfermedad bucal puede desencadenar problemas de mayor escala en el
resto del cuerpo, impactando directamente en otros órganos como el corazón, el
estómago, el hígado y todo el sistema musculoesquelético.
La salud bucodental y el deporte están estrechamente relacionados entre sí. Realizar una
actividad física requiere esfuerzos y procesos fisiológicos en los que interviene todo el
cuerpo; incluso la cavidad bucal. Tener lesiones dentales puede influir de manera negativa
en la realización de ciertas prácticas. Cualquier proceso inflamatorio o infeccioso,
aumenta el riesgo de sufrir lesiones musculares. Los procesos inflamatorios y las
infecciones en la boca pueden extenderse más allá de la cavidad oral, afectando otras
partes del cuerpo. Los problemas bucales que causan dolor o dificultan la alimentación
también repercuten de manera negativa en el desempeño del atleta.
La relación entre los deportes y la salud dental es bidireccional: el ejercicio físico
contribuye a una boca sana, mientras que una mala salud bucal puede afectar
negativamente al rendimiento deportivo. Varios estudios han demostrado que los
deportistas tienen un mayor riesgo de desarrollar afecciones como caries, erosión dental,
enfermedades periodontales y bruxismo.
Rodríguez et. al (2021) en su estudio analizó 34 muestras pertenecientes a distintos grupos
de deportistas de élite de diferentes disciplinas. Los resultados mostraron que la
prevalencia de traumatismos oscilaba entre el 14% y el 47%, las caries entre el 15 y el
75%, la erosión dental entre el 36% y el 85%, y la periodontitis era del 15%. Un porcentaje
de entre el 5% y el 18% de estos deportistas, refirieron que sus problemas de salud bucal
podrían haber influido negativamente en su rendimiento deportivo.
La salud bucal de los atletas puede verse afectada por varias causas, como la falta de un
diente, que puede dificultar la masticación y afectar la absorción de nutrientes y la
producción de energía. Además, la respiración puede verse afectada, lo que puede
dificultar las actividades de alta intensidad y resultar en un rendimiento inferior al
potencial del atleta.